Málaga es una de esas ciudades que no se anda con medias tintas cuando llega la Semana Santa. Aquí se vive con intensidad, con orgullo, con calle. No hay espacio para la indiferencia cuando una procesión cruza por delante con el sonido de los tambores rebotando en las fachadas y el olor a incienso marcando el aire. Todo el mundo se para, mira, siente. Es imposible no dejarse llevar.

Entre los destinos Semana Santa en Andalucía, Málaga tiene su propio carácter. El momento más impactante —y famoso— es la salida del Cristo de la Buena Muerte, portado por los legionarios al ritmo de la banda. El ambiente en ese instante es eléctrico. No hace falta entender los detalles para saber que estás presenciando algo grande.

Pero Málaga no es solo solemnidad. Lo mejor es que aquí, tradición y alegría conviven a la perfección. Puedes empezar la mañana viendo una procesión en pleno centro histórico, y al mediodía estar frente al mar, comiendo unos espetos de sardinas en Pedregalejo o El Palo, con la brisa en la cara y el sol en la piel. Y eso también es Semana Santa. Diferente, sí. Pero igual de auténtica.

Además, la ciudad en abril está preciosa. Las temperaturas son suaves, el cielo casi siempre azul, y el ritmo se adapta a ti: puedes patearte todo el casco antiguo viendo cofradías o simplemente sentarte en una terraza, copa en mano, y ver pasar la vida. Porque Málaga se disfruta tanto andando como sin moverse.